En el Londres de 1714 se podía adquirir por un chelín la
publicación „ The Deplorable History of the Catalans” , que da nombre a
este artículo, en la que se recogen los motivos, declaraciones y
alianzas de los catalanes para con la causa austracista durante la
guerra de sucesión española. Algunas palabras ¨amigas¨ pueden confundir
al lector español, como es el caso de la voz inglesa ¨deplorable¨ que no
tiene el significado peyorativo que la voz española ¨deplorable¨ posee
actualmente. Más bien al contrario, lo deplorable es lo que ocurre hoy
con el nacionalismo cateto catalán y lo lamentable es que los catalanes y
el resto de los españoles tengamos que sufrir en nuestras carnes
intelectuales las sandeces de todos los nacionalistas, catalanes y
españoles, paletos no solo en el porte y aspecto, sino también en
pensamiento, palabra y obra.
Los hechos de existencia registrados por los historiadores
hablan por sí mismos: Cataluña jamás quiso ser independiente ni
autodeterminarse, ni erigirse en Estado, salvo el experimento de 1934.
Hemos de remontarnos a la muerte del último Rey de la casa
de Austria, Carlos II el Hechizado, que al morir sin descendencia deja
en su testamento la voluntad de que le suceda a título de Rey de España
el nieto de Luis XIV Rey de Francia, el duque de Anjou, que reinará con
el nombre de Felipe V, primer monarca de la dinastía de Borbón.
Pero he aquí que en los estertores de la guerra de sucesión
española se celebran elecciones en Inglaterra y ganan los ¨tories¨ con
Henry St. John, vizconde de Bolingbroke a la cabeza como Secretario de
Estado, quien es designado por la Reina Ana de Inglaterra como
negociador para los tratados de paz de Utrecht, y es Bolingbroke quien
deseoso de alcanzar la paz decide claudicar ante la obstinación de
Felipe V y renunciar a que éste se comprometiera a mantener los
privilegios catalanes.
Con posterioridad, el embajador en Londres de los Tres
Excelentísimos Comunes de Cataluña (la Diputación del General de
Cataluña, el Consejo de Ciento de Barcelona y el Brazo Militar de
Cataluña), Pablo Ignancio de Dalmases, consigue que la Reina Ana de
Inglaterra le reciba a título individual para que ésta le diga que ya ha
hecho lo que ha podido por Cataluña. En ningun momento se puede colegir
que Cataluña quisiera su independencia de España, sino su pertenencia a
España bajo el monarca que respetase sus fueros y privilegios,
beneficiándose de esa manera del comercio con América y de cierta
independencia institucional integrada como siempre había estado dentro
de España.
Finalmente En julio de 1714 Bolingbroke también rechazó una
última propuesta de Dalmases para que la reina Ana «tome en depósito a
Cataluña o por lo menos Barcelona y Mallorca hasta la paz general sin
soltarlas a nadie hasta que mediante tratado se adjudiquen y se asegure
la observancia de sus privilegios»
Finalmente, los fueros y privilegios catalanes quedan
eliminados mediante la aplicación por Felipe V de los decretos de nueva
Planta en 1716, y no es hasta el advenimiento de la II República en
1931, huído de España el tataranieto de Felipe V de Borbón, Alfonso XIII
de Borbón, que se restituyen parte de los fueros y privilegios a los
que históricamente Cataluña tenía y tiene derecho, incardinada dentro de
España, para ser nuevamente abolidos por el General borbónico Francisco
Franco.
Fuente: diariorc.com